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2. Ecuador, una mala película

  • Hernan Quintana Diaz
  • 4 ago 2016
  • 5 Min. de lectura

Los gobiernos son pasajeros. Podrán ser unos mejores, otros peores, algunos descaradamente corruptos e infames, otros menos, pero siempre es lo mismo, es una constante en todos los gobiernos del Ecuador: la mediocridad y corrupción dentro y fuera del aparato estatal. El viejo país se niega a morir.

Si entendemos que el Estado es el reflejo de ciudadanos que los conforman, entonces esa mediocridad y corrupción enquistada en el Estado durante siglos, es una característica de la sociedad ecuatoriana, que, considerando las excepciones del caso, no posee la buena y sana costumbre de leer más de un libro, o ninguno, al año, mucho menos el sistema educativo les ha habituado al pensamiento lógico para razonar con argumentos, y no desde el hígado o la negligencia. Un universo de la sociedad civil se traga fácilmente todos las noticias basadas en murmullos, falsos testimonios, mala fe, que la prensa servil a las oligarquías nacionales y a la plutocracia internacional, difunde sistemáticamente, para hacer daño a sus adversarios políticos. Y sin embargo pienso que más grave que una mala prensa es que sus lectores o televidencia no sepan pensar críticamente. Aun peor, un universo de la sociedad ecuatoriana, no está educada para que su comportamiento en funciones públicas y privadas se base en principios éticos, universales, como son el respeto a la dignidad de las personas, de los animales y la naturaleza; ni les importa la justicia, mas bien pisotean derechos, es racista, clasista, excluyente. Por eso fue necesaria la constitución de Montecristi, pero hasta que los principios de su preámbulo y los derechos y deberes inscritos en la constitución se hagan hábito en la conciencia política, económica, y social de los ciudadanos, se necesitará más tiempo. Yo personalmente he tenido que lidiar con servidores públicos que violan descaradamente mis derechos constitucionales, humanos, civiles y naturales, bloqueando así la realización de los derechos sociales, económicos de un migrante que retornó, luego de 35 años, preparado académicamente y con la buena intensión de aportar a los cambios de la matriz productiva y cultural del Ecuador, y a la realización del buen vivir y el buen conocer. Así fue que mientras trabajaba en la organización comunal en un barrio de la Parroquia Nuevo San Francisco, en el cantón Muisne, y gestionaba un Centro Intercultural Comunitario (CIC) que fue boicoteado por la Junta Parroquial , es decir por el estado, fui sorprendido por la llegada de un correo electrónico de dos asesores del Ministerio de Cultura y Patrimonio, Lenin Polanco y H. Alionel, en el cual me convocaron a formar parte del equipo de docentes del proyecto Universidad de las Artes, en Guayaquil. Como docente-investigador, desarrollé tres proyectos, uno de vínculo con la comunidad en la cual los estudiantes desarrollaron un programa formativo en las diferentes artes para niños y jóvenes de San Francisco del Cabo; otro, denominado la Simulación Cognitiva, de carácter pedagógico y productivo; y otro de investigación semiótica titulado El cine, como método de investigación de la realidad, su representación y transformación. Los tres proyectos estaban vinculados. El cine, esa es mi propuesta, constituyen un método innovador, disidente, altamente heterodoxo, que permite ver en el fenómeno social y cultural lo que con los métodos científicos, tradicionales, ortodoxos, tanto cuantitativos como cualitativos, no se ve o se ignora sistemáticamente. Todo estos planes fueron a parar en el tarro de basura, por la falta de interés tanto en autoridades del entonces proyecto Universidad de las Artes, como en mis colegas. Como bien dijo Oscar Wilde. “Cada acierto nos trae un enemigo”, y en verdad que gratuitamente me gané un enemigo entre los colegas, el chileno Puebla -su rostro me recordaba al Nosferatu de Herzog- pero eso ya es materia para una película, en cuyo guión ya estoy trabajando. Las autoridades claro que se enteraron del mal ambiente que sembró ese individuo entre algunos desorientados estudiantes, difamando a mi y a otro colega, pero las autoridades no hicieron nada, mas bien se dejaron también influenciar por su murmullos e intrigas. El colmo de la desidia de las autoridades fue cuando al finalizar el semestre la gerente, la economista Verónica Moreno, se negó a firmar el contrato y a pagarme mis honorarios, acumulados como habíamos acordado. Esto tenia que se así porque la firma del contrato no se pudo dar al inicio del semestre, por negligencia de Edison Garzon Flores, analista de títulos en Senescyt, quien fue incapaz de certificar mi título alemán en seis meses, documento necesario para firma el contrato de docente-investigador. El estado fue inventado para servir a sus ciudadanos y no para servirse de los ciudadanos ¿Con que me encuentro al retornar al Ecuador luego de 35 anos?. Con lo mismo: los empleados públicos mediocres, corruptos e ignorantes hacen de las suyas, y gozan de impunidad, ya que, evidentemente, entre los empleados públicos, se cubren las espaldas. Todo esto es un indicio claro de que seguimos viviendo en una sociedad subdesarrollada culturalmente, económicamente, socialmente, y no se diga políticamente. El país, y no me refiero a las obras de infraestructura, escuela del milenio, hospitales…, no ha cambiado aun; hay mucha resistencia al cambio en un determinado universo de ciudadanos y de empleados públicos. Los gobiernos son pasajeros. Podrán ser unos mejores, otros peores, algunos descaradamente corruptos e infames, otros menos, pero siempre es lo mismo, es una constante en todos los gobiernos del Ecuador: la mediocridad y corrupción dentro y fuera del aparato estatal. El viejo país se niega a morir. Pero el estado fue inventado para servir a sus ciudadanos y no para servirse de los ciudadanos, y mucho menos para maltratar, abusar y explotar a los ciudadanos, pero esto es justamente lo que hace el Estado ecuatoriano con mi persona; luego de más dos años, sigue insistiendo el Ministerio de Cultura y Patrimonio, según se manifiesta en el último oficio del Ministerio de Cultura, en no pagar por mis servicios académicos de cuarto nivel -solicitados y usados- con argumentos burdos que intentan inútilmente tapar la mediocridad y, o la corrupción. La responsabilidad por la ineficacia administrativa del estado no es asunto del ciudadano, sino del estado, en este caso, del Ministerio de Cultura y Patrimonio que me envía el oficio Nro. MCYP-CGJ-16-0211- con fecha 05 de julio de 2016, en donde, no se reflexiona sobre errores cometidos, sino que se tapa toda la ineficiencia administrativa con un vocabulario jurídico hueco. Mis sospechas de corrupción crecen. Pero se equivocan, no permitiré que nadie, ni nada, ni mucho menos deficientes burócratas, pisoteen mis derechos y queden impunes, como siempre ha sucedido, con un sin número de ciudadanos, que se han quedado callados, acobardados de meter juicios al Estado, o, simplemente les han callado con mañas burocráticas como la indolencia, la postergación de obligaciones, argumentos viciosos, o con la negación al diálogo en busca de soluciones, lo que demuestra hasta la saciedad una falta de ética, conciencia y capacidad de razonamiento constructivo. Todo esto lo he vivido, y por eso denuncio el mal trato, abuso, y violación de los derechos constitucionales, civiles y naturales cometidos contra mi persona por parte del Estado ecuatoriano, en conector parte del Ministerio de Cultura. Todo lo que aquí afirmo tiene su respaldo en la realidad, en un sin número de testigos y en respectivos documentos y oficios debidamente entregados inútilmente a los diferentes ministerios y secretarias del estado. Señores y señoras del Ministerio de Cultura y Patrimonio, investiguen bien mi caso en QUIPUS, o en GOOGEL -ya que en los archivos de la institución no hay nada- antes de intentar formarse un criterio y tomar una posición equivocada, en particular, me refiero la Abogada Yolanda Narciso de Jesus Salgado Guerreen, ahora coordinadora general de asesoría jurídica del Ministerio de Cultura y Patrimonio, autora y responsable del oficio Nro. MCYP-CGJ-16-0211-. Investigue bien, señora abogada, para eso se les paga y no para cubrir irregularidades en la institución. De mi parte, todos los documentos probatorios de la ineficiencia del estado ecuatoriano de resolver un asunto administrativo y el implícito llamamiento a sanear las instituciones plagadas de empleado públicos incapaces y diletantes, están debidamente respaldado con documentos publicados a en la red: http://hernanquintana.wix.com/denuncia (continua)

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